Cannabis: peligros y radiografía de su consumo.
Ver artículo original de Escuela de Pacientes.
Un 7,3 por ciento de españoles han declarado haber consumido marihuana durante el último mes, según el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social. De estos datos también se desprende que, aproximadamente, unos 320.000 españoles fuman cannabis de forma habitual.
Tras mencionar estas cifras de consumo en nuestro país, Antoni Albert Antolin, psicólogo experto en adicciones de ITA Adicciones, explica qué riesgos tiene esta droga para la salud, tanto a corto como a largo plazo.
Cuando se consume cannabis se producen alteraciones cognitivas y conductuales. Además, el uso de esta droga también puede afectar al pensamiento y a las habilidades de resolución de problemas. Asimismo, la coordinación motora y la percepción sensorial pueden verse afectadas.
Los efectos sobre la salud a medio o largo plazo pueden ser altamente perjudiciales, ya que puede causar alteraciones de conciencia, dificultades en la concentración y memoria y sintomatología depresiva.
Estudios recientes han demostrado que la exposición intensa (a dosis altas) al cannabis puede aumentar el riesgo de sufrir trastornos psicóticos. Además, entre los más jóvenes el abuso de cannabis puede provocar efectos más negativos, puesto que el sistema nervioso está aún en la fase de maduración.
Sobre si el consumo simultáneo de cannabis con alcohol u otras drogas potencia los riesgos citados, el experto de ITA Adicciones señala que lo que hace es potenciar los efectos de las mismas, lo que puede producir efectos nocivos de mayor grado.
Un contacto cada vez más precoz
Según la Encuesta sobre Alcohol y Drogas en España (Edades 2015-2016), que el Ministerio de Sanidad realiza cada dos años, el cannabis se consume cada vez más pronto y en mayor cantidad.
“Algunas alertas que pueden ayudar a detectar el consumo de cannabis son enrojecimiento de los ojos, apetito exagerado, dificultades para concentrarse, tos, desinhibición (reír sin control y tener un tono de voz alto…) e insomnio de conciliación”, enumera Albert.
La marihuana, más extendida que el hachís
Tal y como se recoge en Edades, entre los consumidores de cannabis (en los últimos 30 días) la marihuana se encuentra más extendida que el hachís. Aproximadamente, la mitad señala que han consumido principalmente marihuana (52,7 por ciento), mientras que el 17 por ciento indica que su principal consumo ha sido de hachís. El resto, el 30,3 por ciento, reconoce haber consumido cannabis en los dos formatos.
A pesar de que la marihuana es la forma de consumo predominante entre los consumidores de ambos sexos, es más evidente entre las mujeres, en especial en el grupo de 15 a 34 años.
El consumo de cannabis en los dos formatos (marihuana y hachís) está más extendido entre los hombres, y, tanto en el grupo de 15 a 34 años como en aquellos de mayor edad, se observa que, aproximadamente, 3 de cada 10 hacen un consumo de ambos.
La gran mayoría de los consumidores (9 de cada 10) fuman cannabis mezclándolo con tabaco. Por otro lado, se observa que los chicos consumen de media una mayor cantidad de porros que las chicas. En concreto, el número medio de porros consumidos en un día es de 2,6 porros en varones y de 2,1 en mujeres.
Mientras que en el grupo de hombres la cantidad media de consumo casi no cambia con la edad, en las mujeres el número de porros consumidos al día disminuye al ir cumpliendo años.
Abordaje de la adicción al cannabis
“Si es necesario, -indica el experto de ITA Adicciones-, en el inicio el abordaje de la adicción al cannabis puede ser farmacológico para paliar una posible sintomatología de abstinencia que no se produce en todos los casos. Lo que sí se lleva a cabo en todos los casos es el abordaje psicoterapéutico”.
Cuándo se considera que un paciente tiene adicción a una sustancia
Los criterios de dependencia a sustancias, según el DSM-5, son:
Control deficitario: consumo de grandes cantidades de sustancia o durante un tiempo más prolongado de lo previsto; deseos insistentes de dejar o regular su consumo y esfuerzos fallidos por disminuir o abandonar este; inversión de gran parte del tiempo intentando obtener la droga, consumiéndola o recuperándose; y deseo intenso de consumo.
Deterioro social: el consumo recurrente de esta droga puede llevar al incumplimiento de deberes en los ámbitos académicos, laborales o domésticos. El paciente puede seguir consumiendo a pesar de los problemas recurrentes o persistentes en la esfera social o interpersonal, causados o exacerbados por los efectos del consumo. Se reducen o abandonan importantes actividades sociales, ocupacionales o recreativas debido al consumo de sustancias.
Consumo de riesgo: puede producirse un consumo recurrente de la sustancia, incluso en situaciones en las que provoca un riesgo físico. La persona consume de forma continuada a pesar de saber que padece un problema físico o psíquico recurrente o persistente, que posiblemente pueda originarse o empeorar por el citado consumo.
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