Los estímulos naturales vs la sobreestimulación.
Una de las herramientas fundamentales para desarrollar la permacultura es la observación. A través de ella pude analizar lo que considero un factor determinante de la conducta humana, la estimulación.
La sobreestimulación.
Recibimos diariamente, del entorno en que vivimos, información que nos estimula en mayor o menor medida. Esto es un condicionante de nuestra forma de pensar y actuar. Pues bien, mi opinión acerca de esto es que el tiempo que nos ha tocado vivir nos mantiene sobreestimulados ; todo ocurre muy deprisa, tenemos la necesidad de abarcar eventos más allá de las 24 horas que tiene el día para cumplir expectativas sobrehumanas, que de alguna manera, tenemos impuestas. Y el no llevarlas a cabo nos conduce irremediablemente a la frustración.
La era digital.
Uno de los vehículos que nos lleva a la sobreestimulación es el mundo virtual. El móvil, las redes sociales y la TV nos ofrecen un abanico infinito de posibilidades para mantenernos en alerta constante y con nuestra mente ocupada en procesar millones de datos. Ya no sabemos aburrirnos. Nos hemos acostumbrado a ver a grupos de personas, amigos, parejas, familias, que están próximos físicamente, pero en otro mundo a nivel mental. Cada uno absorto en la pantalla de su móvil.
Estímulos naturales.
Estos estímulos digitales tienen un fuerte componente psicológico que nos «anestesia» para disfrutar de lo cercano y simple. Sin embargo, algo que me ha maravillado, en mi experiencia personal, es observar como la naturaleza con sus aparentes simples estímulos, puede captar la atención del más adormecido de los humanos que se encuentre con ella. La observación del trabajo incansable de un insecto, los colores de las flores, el sonido de las copas de los árboles mecidas por el viento y los miles de olores que nos embriagan, hacen que, por un instante, salgamos de esa mente aturdida por miles de pensamientos y nos transporte al momento presente, con tanta fuerza a través de nuestros sentidos, que perdemos la noción del tiempo.
Los adolescentes en la naturaleza.
Al contrario de lo que pensaba cuando empecé, en el caso de los adolescentes, que mantienen, por su edad, una actitud más efervescente. No se relajan al entrar en contacto con la naturaleza, muchos se muestran excitados al poder contemplar la vida en su esplendor y cambian su conducta, como si de otra persona se tratara.
El uso de su fuerza física para trabajar la tierra, cuidar aquello que hacen para crear, casi por alquimia, de una semilla minúscula a una hortaliza. El contacto directo de la piel con la tierra, hacen de la experiencia del huerto algo transformador. Es lo que alguien definió como «entrar en contacto con nuestra esencia». Tan cerca y tan desconocida, la tierra es parte de nosotros y nosotros de ella. Creo firmemente que tiene la capacidad de sanar las dificultades que por nuestra forma de vida actual nos vemos abocados a superar.
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