Cuando los padres nos enfrentamos a la adolescencia:
Soy la Dra. Adela Esteve, Médico del Programa Acude y madre de dos hijos. Cuando leo los artículos de mis compañeros, pienso «que bien me habría venido esta información en su momento». Y es que mis hijos ahora tienen 20 y 17 años. Ya hemos superado la adolescencia. Pero la experiencia con cada uno de ellos ha sido diferente y, realmente, creo que enfrentarse a la situación te ayuda en la siguiente ocasión. Es por ello que quiero compartir mi experiencia.
Los padres también necesitan un rodaje.
Cuando nuestro primer hijo llegó a la temida adolescencia, todo fue muy difícil; muchos momentos de tensión, de conflicto y de incomprensión mutua. Teníamos muchas dificultades para entender sus reivindicaciones y aceptar sus salidas de tono y sus rebeldías. Y muchas dudas en cuanto al mantenimiento de normas y de límites.
Y con el segundo, hasta puedo decir que ha sido divertido. Las mismas situaciones de rebeldía, de querer sobrepasar los límites de hacerlo todo al revés de forma provocativa… las hemos podido vivir como si fueran una broma o un chiste, con mucho humor. Lo que ha facilitado las cosas para todos.
Después de estas experiencias mi planteamiento es: ¿Qué fue mejor? Pues cada cosa fue necesaria y adecuada para cada momento. Para los chicos la adolescencia es algo nuevo, pero para los padres también y pueden llegar a ser momentos duros. Hoy día podemos estar agradecidos, ya que los dos son personas que tiene un horizonte, que valoran lo que han recibido de su familia, y que, dentro de su momento y de su edad buscan su camino. Algunas veces nuestro hijo mayor reivindica: «conmigo también lo podríais haber hecho así» pero comprende que necesitábamos el rodaje y la experiencia para entender y actuar de otro modo. El asesoramiento y la información, el dejarse aconsejar por profesionales puede ser muy recomendable.
Entender la adolescencia.
Para mi no cabe duda que, lo fundamental, es entender que la adolescencia es un momento de cambio. De agitación necesaria para encontrar un nuevo equilibrio, pero que tiene un final. Es muy importante dejar en un segundo plano nuestro ideal de hijo, lo que debería ser. Y acercarnos a ellos con cariño, aceptación, respeto y comprensión. Descubriendo y escuchando sus planteamientos, por muy lejanos que nos puedan parecer a los nuestros, intentando disfrutar del nuevo adulto que se va forjando ante nuestros ojos. Fijándonos y premiando, sobre todo, sus valores. Pero que también nos tengan cerca en sus fracasos y limitaciones para ayudarles a superarlos.
No tenemos que pensar que la situación se va a resolver de un día para otro, no debemos tener prisa,, pero sí la seguridad y la tranquilidad de que un día todo habrá acabado y nos habremos enriquecido como personas.
Entender lo que significa ser padres.
Ser padres es, desde luego, una aventura. Pero sobre todo es una oportunidad de crecimiento personal y de autodescubrimiento. Cuando los hijos llegan a nuestras vidas todo se transforma, llenan nuestra vida. Nos cambian las prioridades hasta el punto de olvidarnos de nosotros mismos, pues ellos ocupan el primer plano. Nos dan pleno sentido y todo gira a su alrededor. En la adolescencia se nos pone a prueba, todo se tambalea, podemos sentir que no hacemos nada bien y nos embarga un sentimiento de confusión. No entendemos su comportamiento ni su argumentación. Pero gracias a toda esa dificultad descubrimos también nuestras propias limitaciones y miedos. Y, si con paciencia y serenidad, intentamos vivirla cerca de ellos aprendiendo conjuntamente, el enriquecimiento personal es muy satisfactorio.
Ánimo, valdrá la pena.
Animo mucho a los padres en general y en concreto a los del Programa acude, a que no se rindan nunca, a que sigan siempre confiando en que todo puede arreglarse. Que merece la pena trabajar por ellos mismos y por sus hijos para que la relación pueda normalizarse y la convivencia familiar sea adecuada. Porque eso será señal de que sus hijos han superado sus miedos, sus inseguridades, sus conflictos y de que nosotros hemos sabido estar a su lado y sacarlos adelante.
Tenemos que mantener la esperanza y la ilusión de que todo se va a reconducir y normalizar. Y sin darnos cuenta, un día, estos momentos quedarán en el recuerdo y como una experiencia de crecimiento y maduración por parte de todos.
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